Anoche soñé que volvía a Manderley. Estaba ante la verja de hierro. Pero no podía entrar. Entonces, me imbuyó un poder sobrenatural, y atravesé la verja. El sendero serpenteaba y se retorcía y vi que había cambiado, la naturaleza recuperaba otra vez su lugar invadiéndolo con sus tenaces dedos. El sendero se retorcía más y más. Y al final estaba Manderley. Manderley, sigilosa. Sus muros seguían perfectos. La luz de la luna, engañosa me hizo ver luz en las ventanas. Pero una nube tapó la luna como una mano sombría. La ilusión se fue con ella. Era un caparazón abandonado sin susurros del pasado. No podemos volver a Manderley. Pero yo vuelvo en sueños... a los extraños días, que empezaron en el sur de Francia.
Los sueños pocas veces se hacen realidad.
ResponEliminaMe encanta Rebeca y he tenido la suerte de leer hace muchos años el libro de Daphne du Maurier en el que se inspira.
ResponEliminaHay inicios que marcan la vida de un libro en nuestra retina y permanecen por siempre jamás
ResponEliminaBesos querido Vicino ...
He tenido la fortuna de visitar el castillo de Manderley en Dublín. Más que castillo es una mansión fortificada de estilo victoriano. No tuve la suerte de que el día fuese claro y eso me impidió divisar desde la terraza la costa irlandesa y Gales...
ResponEliminaEntiendo a quien sueña con volver a ese recinto tan peculiar...
No me sorprende que Daphne eligiese esta mansión como protagonista de Rebeca
Saludos